miércoles, 28 de febrero de 2007

Para todos: Warhol llega a Lima

Una exposición del icono máximo del Pop-Art visitará nuestras sureñas latitudes este año. La muestra, traída por El Centro Cultural de la Universidad Católica, pertenece a la Fundación Mazzota, de Milán, y reúne más de cien obras gráficas, documentos, libros y filmes originales del mítico genio plástico.

Lo mejor del mejor

Es alentador descubrir cómo el Perú es considerado cada vez más como un atractivo destino artístico. Haber contado, a inicios del verano, con una muestra de las obras de Botero, el renombrado artista colombiano, o la próxima presencia de un músico de la altura de Roger Waters, nos da una idea del asunto. Ahora llega Andy Warhol, uno de los verdaderos quiebres en la historia universal del arte, un artista que se ha hecho eterno y nos brindó una nueva concepción de la realidad.
La colección, que llegará en Mayo, cuenta con fotografías tomadas por el artista, libros y catálogos sobre su trabajo, que acompañan algunas de sus más emblemáticas obras: los retratos de Mick Jagger, Marylin Monroe, Elizabeth Taylor, entre otros; las archiconocidas latas de sopa Campbell's; la serie de Animales en extinción, la serie de Flores, los Retratos de los Judíos del Siglo XX y la serie de los Mitos, portadas de discos diseñadas por el artista (vale mencionar la conocida lengua de los Rolling Stones y el 'banana álbum', de Velvet Underground).

Veremos pues, lo más renombrado, una verdadera miscelánea de su variopinta trayectoria en el campo plástico y pictórico. Y, como si eso no fuera suficiente, tendremos la posibilidad de observar algunas de las películas que realizó. Su cine, netamente experimental, por lo general abandonó una estructura argumental, para enfocarse en lo que se podría denominar como una “aprehensión del tiempo”. Los filmes de Warhol (Empire States o Sleep, como mejores ejemplos) enfatizaban la capacidad del cine para captar la sucesión de hechos, el transcurrir del tiempo. De allí que pudiera establecer una nueva idea de la relación espectador/film, donde aquel enfrentase la producción audiovisual como si fuese un objeto artístico más, un cuadro o una fotografía. Se trataba de que el espectador no estuviera dictado a seguir la película en su totalidad, sino que pueda dejar su contemplación y volver a ella, como ocurriría con una pintura.

Entre las películas que llegarán están Kiss (1963), My Hustler (1965), Flesh (1968) y Chelsea Girls (1966). Además, se exhibirán los documentales I Shot Andy Warhol y The Velvet Underground and Nico.
Sólo queda esperar. Como diría Andy “todo es bello”, y en mayo será sólo para nosotros.

lunes, 26 de febrero de 2007

Conocimiento platónico vs. Conocimiento aristotélico 2

En un ensayo anterior, comparé la postura Platónica frente a la Aristotélica en relación al conocimiento. Ahora, me referiré a la crítica que Aristóteles hizo a Platón, con la cual –cuan lanza en el talón de Aquiles- derrumbó todo el sistema que este había postulado.
En el diálogo Fedro, Platón llegó a plantear un mito, por el cual las almas al provenir del mundo de las ideas, atraviesan el río Leteo hasta llegar a un cuerpo que estará en el mundo sensible. Es en aquel momento que se olvidan de su contemplación de las ideas. Acorde con el mito, es a través de la dialéctica que se produce la anamnesis (“recordación”), y una vez “recordado” el conocimiento, se podrán fundamentar los juicios particulares y la conducta humana, dado que el mundo sensible imita al de las ideas. Sin embargo, Platón no maneja bien esa suerte de asociación entre estos dos mundos, hecho que evidencia en el Parménides.Este sería el punto clave para las observaciones de Aristóteles a dicha teoría.

El principal argumento aristotélico estribaba en que al ser el mundo sensible una imitación del mundo de las ideas, por qué imitaría todos sus atributos excepto el más importante: la inmutabilidad. Tal como señalé anteriormente, Platón afirmaba que el mundo de las ideas era inmutable y eterno, sin embargo, en el mundo sensible se evidencia que el cambio es el atributo por excelencia. Todo se encuentra cambiando.

Además, Aristóteles señalaba que las flaquezas de la teoría de las ideas eran irreparables porque duplicaban innecesariamente las cosas a explicar ya que por un lado se tenía que hallar la explicación de los seres existentes con relación causal a sus ideas y por el otro se tenían que explicar que explicar las ideas en sí, esto también conllevaba a concebir las ideas como sensibles eternos. Finalmente, las críticas de Aristóteles aluden a la relación entre las ideas y las cosas sensibles, ya que atentaba contra la característica o principio de unidad. Es así que algo es lo que es porque en ese objeto participa la idea o forma de dicho objeto, en otras palabras, puedo conocer algo al conocer su forma. Creo que el problema que encuentra Aristóteles es considerar que dicha forma existe de forma independiente al objeto, ya que tendría que existir un poco de forma en cada uno, atentando paradójicamente contra aquel principio. Entonces, la solución planteada por Aristóteles es que las cosas sensibles están compuestas por materia y forma, siendo la primera aquello de lo que la cosa está hecha y la segunda lo que hace que la materia sea lo que es. De este modo la forma otorga a la materia su ser, por lo que la materia se considera indeterminada al admitir una serie de determinaciones. A mi parecer es en este punto donde se halla la clave para explicar aquello en lo que Platón fracasó, es decir, el cambio que se da en el mundo sensible. Aristóteles propondrá así los principios de potencialidad y causalidad.

Si se tiene en cuenta que la materia es indeterminada y admite determinaciones, podemos decir que la materia es un objeto en potencia y que, en contraparte, la forma hace que la materia sea cosa, convirtiéndola en acto. En conclusión, la materia es forma en potencia y la cosa es materia en acto; un ejemplo válido sería decir que una plancha de triplay es madera en acto y mesa en potencia. En este ejemplo, además, se evidencia que un objeto puede ser al mismo tiempo tanto potencia como acto. De ese modo ya se evidencia la relación de proceso existente en el mundo sensible, lo que ayuda a explicar todo cambio que ocurra en él.

Una vez que se ha criticado la teoría platónica de las formas, se podría señalar finalmente que para Aristóteles el conocimiento es el conocimiento de las causas interrelacionadas lógicamente.
Por causa se puede entender a todo aquello a lo que se debe que una cosa sea lo que es. Aristóteles planteará la existencia de cuatro causas: 1) Causa Material: que alude a la materia, a aquello de donde proviene una cosa y permanece en ella, de lo que está hecha. Vale decir que la ciencia moderna resta importancia a esta causa en aras de la utilidad que puedan tener los objetos. 2) Causa Formal: se refiere a la Forma, la esencia de la cosa. Podría entenderse como una suerte de utilidad o función. Esta causa es válida para la ciencia moderna ya que la función es de suma importancia en el objeto. 3) Causa Eficiente: alude a lo que interviene en el proceso de que la cosa sea, tratándose de factores externos en objetos artificiales e internos en objetos naturales. Esta causa puede identificarse también con la Forma pues para propiciarse dicho cambio/movimiento o proceso, se debe ser consciente de a qué va a devenir en última instancia. La ciencia moderna la considera pues en su estudio es clara la búsqueda de relaciones entre los objetos. La última causa que señala Aristóteles es la 4) Causa Final: remite a la pregunta “para qué”, es decir, la finalidad de la cosa. En seres artificiales la coincidencia con la forma es indiscutible, ya que los objetos creados por el hombre son lo que son porque cumplen un fin; la silla, por ejemplo, no sería silla si no puedo sentarme en ella. En el caso de los seres naturales no puede decirse que sean concebidos con un fin preestablecido, pero su desarrollo natural sí se orienta hacia un fin (que finalmente es su forma), por lo que esta causa también se identifica con la forma. Para la ciencia moderna no es tomada en cuenta pues finalmente todo cambia y no se puede ni siquiera en este caso, orientar un norte con toda seguridad durante el proceso.

Se puede afirmar, entonces, que las cuatro causas aristotélicas vienen a ser ampliaciones del planteamiento por el cual las cosas sensibles están compuestas de materia y forma. Pero para que estas causas puedan llegar a ser conocimiento deben estar circunscritas por tres principios que carecen de explicación, estos son: a) Identidad, que señala que todo cosa es igual a sí misma, b) No contradicción, que afirma que nada puede ser y no ser a la vez y c) Tercio excluido; en sí, estos principios sostienen que las cosas tienen una esencia, por lo que las causas son las manifestaciones que pueden conocerse de ellas, de ahí también que el “hecho crudo” no es la verdad sino que los juicios del mundo. Sin embargo, el conocimiento de las causas, y estos juicios, no son conocimiento cabal por sí mismos, ya que debe darse una interrelación lógica entre ellos, de forma silogística. Un silogismo son una serie de proposiciones, de las cuales una se deduce a partir de otras. Esta forma argumentativa, que yace arraigada hoy opta por la presentación y confrontación de premisas que llevarán a una conclusión que se acepta como verdad.

A mi parecer esta forma lógica obedecía perfectamente a la visión de Aristóteles por la cual el mundo tiene un orden lógico. Pero, existe un problema ya que para considerar un silogismo válido, las premisas presentadas tendrían que ser necesariamente verdaderas. Por eso Aristóteles confía en un proceso netamente deductivo en el que las verdades universales se captan a través de la Inducción (por la cual se llega a lo universal desde lo particular) y la Intuición (que refiere a la captación de primeros principios). Pero, tal como señalé, para que esto ocurra el mundo tendría que estar dado y estructurado previamente, idea que hoy en día, aunque cuenta con buena salud, no puede ser aceptada ya que es en gran medida determinista y no considera que hayan diversos criterios para aproximarse a la realidad.

miércoles, 7 de febrero de 2007

En defensa del artificio

El arte parte de una representación (más allá de los estilos, técnicas o escenarios espacio-temporales en los que se desarrolle) que se hace por medio de un artificio. Si bien hoy las corrientes conceptuales avalan la idea de que cualquier objeto descontextualizado pueda convertirse en arte, considero que eso da pie a que todo tipo de necedad pase por una obra. Me gustaría entender el arte, en cambio, como un mensaje que viaja a través de un medio estético que, a su vez, se convierte en mensaje.
Constituye eso en tanto el artista pretende algo con su obra. Sin embargo, debemos entender ese algo no como un propósito racional (con un determinado interés o un fin en sí mismo); en el caso de cualquier producción artística, la mera catarsis o un sin fin de pulsiones, pueden constituir su intencionalidad.
En contraparte, está el espectador, quien se enfrenta a la obra circunscrito a su propia emotividad y no puede intentar abordarla con criterios meramente racionales. El arte no debería apelar a lo racional sino a lo emocional del individuo, para que halle el placer en las formas. Pero este mensaje, este impulso, necesita de un soporte o un medio, además de un lenguaje. Allí radica el artificio.


Quizás esta idea pueda sonar como una vuelta a la teoría de la expresión o algún tipo de esencialismo, sin embargo, no es más que una acotación, una observación sobre el hecho de que no se puede negar la importancia de un lenguaje -un aspecto formal- en toda expresión artística.


Si bien Dickie (y de alguna forma ya Danto), planteó lo que hoy se conoce como Teoría institucional, una aproximación que señala que se considera arte lo que un grupo social (denominado "mundo del arte") avale y señale como tal, creo que -en sintonía con evitar proponer una naturaleza per sé en el arte- esa "institución" ha dejado en segundo plano el artificio. Y así, si un circuito (algún sector, algún grupo de referencia del campo, en términos de Bourdieu) de arte pondera como obra una instalación carente de algún manejo artificioso donde se consignan objetos de lo más variados cuya finalidad es un juego lógico, racional, conceptual, ésta será tomada como objeto artístico.


Excremento untado en la pared, sea cual sea el concepto o mecanismo racional que implique, no puede ser tomado a la ligera como arte, sólo porque el concenso lo señale como tal. Si el realizador de tal instalación simplemente juega con un concepto, o busca decir algo con el manejo de tal concepto, sin tener al menos algún mínimo manejo de un lenguaje, sea pictórico, audiovisual o gráfico, no puede considerarse artista. Hacerlo, en base al concenso de un grupo o un sector del campo, sería un tanto simplista; de ahí que surja mal que bien la necesidad de éstas líneas en defensa del artificio.