martes, 18 de diciembre de 2007

Los pedazos del espejo: sobre la censura

Una pintura cortada, una foto cubierta. Un libro deshojado. Cómo no deplorar la mutilación de algún producto estético.
La censura, a lo largo de la historia, se ha encargado de esa labor. Designa aquello que puede apreciarse o no, aquello que debe consumir la gente y aquello que debe rechazar.

Su imperativo ha sido, tradicionalmente, resguardar determinado sistema de creencias y costumbres sociales coyunturales (o, al menos, embanderarse de esa idea y actuar en nombre de ella). De allí que el escritor Henry Miller se centre en la censura cuando esboza una definición de lo obsceno. Finalmente lo inadecuado (o, de forma más precisa, lo que se entiende como tal) es aquello que los censores deciden. Como supuestos guardianes de la norma, estos personajes embriagados de moralina han juzgado obras de todo tipo a lo largo de la historia.

Ahora bien, si esta censura tradicional –de conservadurismo idiota y fundamentalista– es reprochable en extremo, peor aún es ser testigos de alteraciones y prohibiciones que se establecen basados en intereses económicos de ciertos grupos.
Que la censura se establezca ya no para resguardar supuestas “buenas costumbres” sino para acaparar públicos más numerosos merece todo tipo de desméritos. Así, lo ocurrido hace casi un mes en nuestro medio con La mujer de mis pesadillas (The heartbreak kid), de los hermanos Peter y Robert Farrelly, es la expresión más patética de la acción censora.

No fue un organismo o institución el que vetó de alguna forma el contenido de la película, sino la distribuidora nacional UIP, que tuvo la mezquina idea de ‘tapar’ con rectángulos negros ciertas tomas. Éstas correspondían a una clasificación para mayores de 18 años. En ellas, se mostraba el portentoso miembro erecto de un burro y un primer plano de una vagina con un piercing (en el caso de esta última, el susodicho rectángulo ocupa buena parte del écran).

En aras de obtener mejores ingresos, los señores de UIP optaron por atentar contra la integridad del filme, dejando la clasificación para mayores de 14 años, convocando así mayor taquilla. Una muestra realmente triste de que por más dinero poco importa dar al público un producto incompleto, modificado, finalmente adulterado. Pareciera además que esta actitud de estafa –pan de todos los días en el Perú– pasara desapercibida en las salas de cine comerciales, donde el gran público repara muy poco en el hecho y casi no se ha manifestado.

Han sido pues personas relacionadas con el medio de prensa cinematográfica quienes se manifestaron en torno al hecho, desde los artículos publicados en blogs de cine como Paginas del diario de Satán o Los cinerastas también empezaron pequeños, hasta el artículo de Isaac León Frías en El Comercio y la pronunciación oficial de la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica (APRECI).
La repercusión de tamaña barbarie ha trascendido nuestras fronteras, mereciendo opiniones en espacios extranjeros de discusión cinematográfica. Incluso, según señaló el blog chileno Blogdecine, la misma censura habría sido aplicada en México.

No queda entonces otra cosa que repudiar y señalar cuanto se pueda esta soberbia actitud de las distribuidoras, que por lo general ya “censuran” muchos títulos que nunca llegan a nuestras salas y, no satisfechos con eso, van en busca de más dinero aunque implique estafar al público.
Si para el cineasta Ettore Scola el cine era “un espejo pintado”, actitudes del talante de lo aquí señalado, nos dejarían solo con un espejo roto y sin pedazos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que haz remitido en tu artículo me trae a la mente una columna de la revista Somos del diario El Comercio, que se llama Campo de Venus( que trata abiertamente temas de sexualidad), que al inicio de su publicación recibio muchas cartas sobre como dicho espacio "atentaba contra la moralidad y las buenas costumbres al que ese diario habia hecho estandarte durante muchos años", lo que simplemente hicieron los columnistas fue hacer caso omiso de esa censura y seguir adelante , lo que nos dice que no es lo que los otros pretendan censurar sino es más bien lo que nosotros hacemos con la censura, hoy en un país donde podemos acceder a una pelicula pirata me parece de lo más absurdo tomar en cuenta lo que UIP ha hecho o lo que otras instituciones pretendan imponernos , un ejemplo del punto al que me refiero es el NO de Venezuela a Chavez, la censura sólo les pertenece a aquellos que quieren ser censurados o peor aun a los que se quieren hacer las victimas de la censura.

Y si a otros les quedo la ganas y como yo fueron en contra de la censura que me parece un rabano tomar en cuenta , de hecho el trabajo de los hermanos Farrely me parece grostesco, de mal gusto y no gastaria mi dinero en ir al cine a ver sus peliculas, que bordean la más extrema y exagerada destrucción del sueño americano es decir nos estrellan lo peor y real de la cultura americana, pueden entrar a este link y ver lo que se perdieron:

http://v.youku.com/v_playlist/cc00f752262o9p3.html

Recuerdo tambièn que por el año 2000 lei en un articulo del diario El Comercio en el Dominical ,criticas sobre una puesta de cine independiente norteamericano donde se criticaba duramente a Boys Don't Cry (1999) , debo confesar que no fue el hecho de que "la censuraban" lo que me llamo la atención sino que dentro de esas criticas se mencionaba el contenido del filme, por lo que decidi conseguirla y verla , ardua tarea debo decir, hasta que la vi y me parecio una pelicula excelente si es que en este calificativo puedo expresar de que una de mis peliculas favoritas, es que de eso se trata de como el publico maneja la censura porque ya en estas epocas no podemos decir que la censura nos maneja a nosotros, eso dejemoslo a los niños llorones que toman aun su mamadera.

Alberto Pacheco dijo...

Bueno, las opiniones en relación a las películas de los Farrely deben ser diversas y varían en torno a cada persona. Finalmente, tú las percibes de un modo, yo de otro y así con todo el mundo. El punto no es ese, sin embargo, creo válido partir de allí.
En cuanto a la piratería, me declaro un defensor a capa y espada de ella. Incluso recuerdo haber aquí publicado algo del tema. No es que no se pueda conseguir la película completa o algo de eso, no es tampoco que no exisan canales para hallar ciertos productos que las distribuidores como UIP no traen, sino que la censura perjudica -y allí mi queja- en anto uno pague por algo y no se lo den bien. Ir al cine y ver algo mutilado es como comprarte algo roto.
La queja no viene con ningún tufo moralón o conservadurisa, sino como una queja de consumidor. Vas al cine a consumir una palícula, no una alteración de la misma. No se trata de llorar por mamadera alguna, sino de reconocer los derechos que uno tiene como espectador. Más aún si lo que motiva una actitud de esas es precisamente una afanosa búsqueda de dinero.

Anónimo dijo...

Estimado blogger:
¿Por qué ya no escribes aquí? Creo que deberías tomar las cosas más en serio. Tus post son interesantes y creo que nos estás privando de mucho.