Macro ceguera
Esta ciudad es muy grande para comprenderla. Mejor es maravillarse con su sin fin de colores, contrastes y sin sentidos. Extraña empresa la de los científicos sociales tradicionales que, en una labor similar a la de David, pretenden reducir a un gigante con el esfuerzo mínimo; la herramienta básica y más funcional.
Curioso afán el intentar ver, a través de la mira de las más variadas técnicas, metodologías científicas, esquemas y matrices, lo complejo de los usos desarrollados a un nivel micro social. Hipertelia cientificista que se enfrasca en parámetros orientados a la utilidad, a la respuesta de la casuística y de causalidad. Mirada teleológica de su disciplina, que intenta establecer las leyes de lo macro abandonando la mira a las innumerables estrategias de lo micro, la fascinante gama de reglas que surgen a partir de los encuentros, del contacto, de la (inter)acción.
Más que probar el sabor del sin sentido –característica de los contextos cercanos– en pos de una descripción (un análisis sin pretensiones asépticas ni objetividades falaces), se enfrascan en una labor orden(d)adora donde enfatizan una aproximación supuestamente alejada del sesgo y protegida en el armatoste de la medición, la experimentación y el siempre grueso escudo de validación de una tesis. Coraza supuestamente infranqueable de la aproximación que tiene la ciencia moderna.
Más adecuado sería, en cambio, seguir por el camino que abrieron investigaciones como las de Tarde o Simmel, y que bien han continuado estudios como el de Goffman, enfocarse en los procesos micro sociales, hablar de una microhistoria en lugar de seguir a la caza de grandes estructuras, de anteponer binarismos como individuo/masa o individual/social. Puesto que en busca sin de las supestas grandes miradas se termina en una ceguera que no permite observar mucho de lo que ocurre.
Curioso afán el intentar ver, a través de la mira de las más variadas técnicas, metodologías científicas, esquemas y matrices, lo complejo de los usos desarrollados a un nivel micro social. Hipertelia cientificista que se enfrasca en parámetros orientados a la utilidad, a la respuesta de la casuística y de causalidad. Mirada teleológica de su disciplina, que intenta establecer las leyes de lo macro abandonando la mira a las innumerables estrategias de lo micro, la fascinante gama de reglas que surgen a partir de los encuentros, del contacto, de la (inter)acción.
Más que probar el sabor del sin sentido –característica de los contextos cercanos– en pos de una descripción (un análisis sin pretensiones asépticas ni objetividades falaces), se enfrascan en una labor orden(d)adora donde enfatizan una aproximación supuestamente alejada del sesgo y protegida en el armatoste de la medición, la experimentación y el siempre grueso escudo de validación de una tesis. Coraza supuestamente infranqueable de la aproximación que tiene la ciencia moderna.
Más adecuado sería, en cambio, seguir por el camino que abrieron investigaciones como las de Tarde o Simmel, y que bien han continuado estudios como el de Goffman, enfocarse en los procesos micro sociales, hablar de una microhistoria en lugar de seguir a la caza de grandes estructuras, de anteponer binarismos como individuo/masa o individual/social. Puesto que en busca sin de las supestas grandes miradas se termina en una ceguera que no permite observar mucho de lo que ocurre.
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