Conocimiento platónico vs. Conocimiento aristotélico.
De una u otra forma el hombre ha intentado, a lo largo de la historia, tener una aproximación hacia el conocimiento. Para los griegos, ésta búsqueda tenía como base una mejor vida, más plena. Sin embargo, cabría preguntarse qué consideraban ellos como una mejor vida. El conocimiento permite finalmente, distinguir los medios de los fines, considerando cuestiones acumulativas y de interés simplemente utilitario como meros caminos para algo, mas no como fines en sí; se trata de buscar el conocimiento como tal y no tomarlo como un medio que permite otras cosas. Así, se puede decir que el conocimiento promueve una visión más global e íntegra que trasciende todo tipo de afán “cortoplacista” y material. Si bien esta es una visión perfectamente válida y -valgan verdades- alentadora, no olvidemos que en ocasiones el conocimiento (o el adquirir cierto tipo de conocimiento) puede llevar a disfrutar en menor medida algunos aspectos que para muchas personas son satisfactorios. Nietzsche, por ejemplo, llegó a afirmar que el conocimiento hacía infeliz a la persona e incluso podía destruirla, viviendo más tranquilos y felices quienes simplemente no reflexionaban, tal como señala hacia el final de Ecce Homo. Aquel conocimiento, que para los griegos era piedra angular de una mejor vida, versaba sobre lo universal. Es este precisamente el primer punto de convergencia entre la propuesta platónica y la aristotélica.
En el caso de Platón, se podría enfatizar esta defensa de lo universal, afirmando, en primer lugar que el conocimiento dado sólo acerca de lo particular nos llevaría a tomar en cuenta que aquello ocurre en un momento dado, en el presente, pero cualquier juicio emitido en el presente sólo probará su real veracidad en el futuro, dado que todo fluye. En coincidencia con Heráclito, no puede considerarse aquel juicio como conocimiento cabal. En segundo lugar (y según creo más importante) está el hecho de que lo particular, al estar basado en la percepción, no considera una parte fundamental de la realidad que se compone no a modo de estímulo sensorial u observacional, sino de manera teórica. Esta parte comprende las interrelaciones y procesos que se dan entre las cosas y aluden a nociones y conceptos que no están dados en el mundo sensible, pues no existe una realidad per sé. Dicho devenir, ese proceso en el que las cosas surgen de la unión de unas con otras, está primando no por la aprehensión de datos sensoriales, sino por su interpretación que se circunscribe al esquema conceptual del individuo. Dicha interpretación va más allá de la percepción y, por lo tanto, del mero hecho particular.
Aristóteles, por su parte, también plantea que el conocimiento debe ser sobre lo universal y, al igual que Platón, defiende una posición idealista, es decir, que el conocimiento tiene como eje las ideas. Sin embargo, Aristóteles no va a restarle todo valor a la percepción y la aprehensión sensible, sosteniendo que el saber comienza por la sensación, que se da cuando cada sentido capta su sensible propio. En este punto me parece importante mencionar que se ha señalado que la propuesta de Aristóteles era que “Los sentidos no se equivocan”, incluso si el sistema sensorial de algún individuo se encuentra bajo alteraciones; a mi parecer sostener esa afirmación no es del todo correcta. En cambio, creo que lo que sostenía Aristóteles era que los sentidos son fuente inequívoca de datos sensoriales, que en última instancia son necesarios e importantes para alcanzar el conocimiento. Luego de dicha sensación, sigue la memoria, que se entiende como la huella sensorial dejada por el objeto; de allí proviene la experiencia, producida por la asociación de múltiples recuerdos referidos a una sola cosa; esta experiencia no puede considerarse conocimiento porque aún versa sobre lo particular. El conocimiento sobre lo universal nace de dicha experiencia, pero cuando se elabora un juicio válido para todos los casos semejantes, es decir, cuando luego de su interpretación se elabora un principio que partiendo de la observación de casos particulares tenga una validez general y universal, y por tanto necesaria. De ahí que la postura aristotélica considere al conocimiento como aquel que estriba en los primeros principios. Creo válido resaltar que Aristóteles confiaba en la deducción general ya que se creía que el mundo obedecía a un orden lógico, por lo que las genralizaciones eran absolutas para los griegos.
De este modo se puede inferir que, aunque ambos filósofos –Aristóteles y Platón- sostenían que el conocimiento versa sobre lo universal y tiene como eje a las ideas, la diferencia radica en que Aristóteles sostiene que la “materia prima” para el conocimiento es la captación de estímulos sensoriales. La posición platónica respecto a esto era muy clara, sosteniendo que las formas no eran conceptos o representaciones abstraídas de realidades particulares. Platón señalaba que antes de la experiencia sensible tenía que haber una idea, una suerte de esencia de la cual participaba esa percepción. La propuesta de Platón sostenía pues que el conocimiento era parte integral del alma y venía ya con ella, y que la reflexión era una búsqueda de aquel conocimiento que se tenía dentro. Con tal fin, se apoya en el planteamiento de la existencia de dos mundos, el de las ideas o formas, que es inmutable y eterno; y el mundo sensible, que es una imitación de aquel.
En el diálogo Fedro, Platón llega a plantear un mito, por el cual las almas al provenir del mundo de las ideas, atraviesan el río Leteo hasta llegar a un cuerpo que estará en el mundo sensible. Es en aquel momento que se olvidan de su contemplación de las ideas. Acorde con el mito es a través de la dialéctica, una vez que se encuentra en el mundo sensible, que se produce la anamnesis, y una vez “recordado” el conocimiento, se podrán fundamentar los juicios particulares y la conducta humana, dado que el mundo sensible imita al de las ideas.
En el caso de Platón, se podría enfatizar esta defensa de lo universal, afirmando, en primer lugar que el conocimiento dado sólo acerca de lo particular nos llevaría a tomar en cuenta que aquello ocurre en un momento dado, en el presente, pero cualquier juicio emitido en el presente sólo probará su real veracidad en el futuro, dado que todo fluye. En coincidencia con Heráclito, no puede considerarse aquel juicio como conocimiento cabal. En segundo lugar (y según creo más importante) está el hecho de que lo particular, al estar basado en la percepción, no considera una parte fundamental de la realidad que se compone no a modo de estímulo sensorial u observacional, sino de manera teórica. Esta parte comprende las interrelaciones y procesos que se dan entre las cosas y aluden a nociones y conceptos que no están dados en el mundo sensible, pues no existe una realidad per sé. Dicho devenir, ese proceso en el que las cosas surgen de la unión de unas con otras, está primando no por la aprehensión de datos sensoriales, sino por su interpretación que se circunscribe al esquema conceptual del individuo. Dicha interpretación va más allá de la percepción y, por lo tanto, del mero hecho particular.
Aristóteles, por su parte, también plantea que el conocimiento debe ser sobre lo universal y, al igual que Platón, defiende una posición idealista, es decir, que el conocimiento tiene como eje las ideas. Sin embargo, Aristóteles no va a restarle todo valor a la percepción y la aprehensión sensible, sosteniendo que el saber comienza por la sensación, que se da cuando cada sentido capta su sensible propio. En este punto me parece importante mencionar que se ha señalado que la propuesta de Aristóteles era que “Los sentidos no se equivocan”, incluso si el sistema sensorial de algún individuo se encuentra bajo alteraciones; a mi parecer sostener esa afirmación no es del todo correcta. En cambio, creo que lo que sostenía Aristóteles era que los sentidos son fuente inequívoca de datos sensoriales, que en última instancia son necesarios e importantes para alcanzar el conocimiento. Luego de dicha sensación, sigue la memoria, que se entiende como la huella sensorial dejada por el objeto; de allí proviene la experiencia, producida por la asociación de múltiples recuerdos referidos a una sola cosa; esta experiencia no puede considerarse conocimiento porque aún versa sobre lo particular. El conocimiento sobre lo universal nace de dicha experiencia, pero cuando se elabora un juicio válido para todos los casos semejantes, es decir, cuando luego de su interpretación se elabora un principio que partiendo de la observación de casos particulares tenga una validez general y universal, y por tanto necesaria. De ahí que la postura aristotélica considere al conocimiento como aquel que estriba en los primeros principios. Creo válido resaltar que Aristóteles confiaba en la deducción general ya que se creía que el mundo obedecía a un orden lógico, por lo que las genralizaciones eran absolutas para los griegos.
De este modo se puede inferir que, aunque ambos filósofos –Aristóteles y Platón- sostenían que el conocimiento versa sobre lo universal y tiene como eje a las ideas, la diferencia radica en que Aristóteles sostiene que la “materia prima” para el conocimiento es la captación de estímulos sensoriales. La posición platónica respecto a esto era muy clara, sosteniendo que las formas no eran conceptos o representaciones abstraídas de realidades particulares. Platón señalaba que antes de la experiencia sensible tenía que haber una idea, una suerte de esencia de la cual participaba esa percepción. La propuesta de Platón sostenía pues que el conocimiento era parte integral del alma y venía ya con ella, y que la reflexión era una búsqueda de aquel conocimiento que se tenía dentro. Con tal fin, se apoya en el planteamiento de la existencia de dos mundos, el de las ideas o formas, que es inmutable y eterno; y el mundo sensible, que es una imitación de aquel.
En el diálogo Fedro, Platón llega a plantear un mito, por el cual las almas al provenir del mundo de las ideas, atraviesan el río Leteo hasta llegar a un cuerpo que estará en el mundo sensible. Es en aquel momento que se olvidan de su contemplación de las ideas. Acorde con el mito es a través de la dialéctica, una vez que se encuentra en el mundo sensible, que se produce la anamnesis, y una vez “recordado” el conocimiento, se podrán fundamentar los juicios particulares y la conducta humana, dado que el mundo sensible imita al de las ideas.
10 comentarios:
¿En serio crees que es incorrecto afirmar que los sentidos no nos engañan? No estoy muy seguro de que esta afirmación que niegas sea del propio Aristóteles, pero sí que me recuerda al escepticismo posterior. Recuerdo que en Hipotiposis pirronicas de Sexto Empírico hay una defensa de esa posición. Según el texto, los sentidos en efecto no se equivocan, quienes se equivocan son aquellos que emiten los juicios con base a los datos revelados por la sensibilidad. Me parece una distinción muy acertada que hay que considerar. El apresurado Descartes hace descalificaciones semejantes al considerar como claro y distinto a su pensamiento y no creer verdaderos los datos del cuerpo, a diferencia de lo que haría posteriormente la fenomenología que está conciente de que somos nosotros quienes prejuiciamos e interpretamos necesariamente la información recibida.
Lo que Aristóteles afirma es que los sentidos son fuente inequívoca de datos. No pretendo afirmar que los sentidos no nos engañan (cierto es que esa posición es posterior), sino que para Aristóteles en ellos siempre se tendrá una información.
De allí que considro incorrecto precisamente que se confundan esos dos sentidos.
Y cómo sabes que lo que ves es verdadero y no una simple apariencia o imagen de otra realidad totalmente distinta? cuál es el principio a apriori del conocimiento? existe alguno?
En definitiva, este artículo parte de hacer una diferencia entre las clásicas posiciones de Platón y Aristóteles, de allí que las aclaraciones en torno a la idea del conocimiento a priori se recojan de ambas posturas.
Yo no creo que exista el conocimiento a priori. Por el contrario, una posición que defiendo es la que supone que todo hoy en día debe entenderse sobre la base de los simulacros. Todos somos simulacros. No usamos máscaras, SOMOS una infinidad de máscaras. Somos la innumerable cantidad de percepciones que hay de nosotros en todo momento.
No estamos hechos de 'algo' nos hacen a partir de todo, a partir de cada interacción y circunstancia.
La realidad es la que cada quien crea. No se trata de que hay una realidad y la gente la percibe distinto, lo que ocurre es que hay tantas realidades como personas existen.
eso se llama pluralismo. O sea que no hay ning'un principio comun unificador de todo la pluralidad de realidades que existen. Entonces que viva el subjetivismo, que viva la eutanasia, los asesinatos y justifiquemos todos los males porque son producto de las subjetividades de cada uno. Es asi
La posición RELATIVISTA, no necesariamente supone justificar todo lo que dices. Se trata, en cambio, de asumir que ciertas cosas son injustificables desde una posición o un punto de vista, pero que ese es solo un punto de vista de una innumerable cantidad de percepciones. Es decir que no se trata de justificar algo a secas, sino saber que puede ser o no justificable en razón de la posición desde la que se mire.
Igual vuleves al relativismo. Y al final todo es un círculo vicioso que termina en el relativismo. Ahora, si todo es realativo y depende del punto de vista del que se mire, ¿Cómo es posible el conocimiento? me dirás que es un acuerdo entre los hombres ¿y los universales? me dirás que todo es individual como buen nominalista. Entonces, así hasta el infinito. Y yo te pregunto el infinito es algo o no? ¿Hay algo que no es relativo?
Hola: podrias explicar me manera mas sencilla como se produce el conocimiento para platon?. Muchas Gracias
Respecto al comentario del 13 de marzo, hay que hacer unas precisiones básicas. Primero que el relativismo vulgar es normalmente el relativismo clásico: el humanista que afirma junto con Protágoras que "el hombre es la medida de todas las cosas". Segundo, que este escepticismo está de acuerdo con las premisas fundamentales de la filosofía clásica, es decir, no contemporánea o decimonónica y anterior: aceptan la existencia de la entidad llamada sujeto y creen por tanto en el punto de referencia fijo de la Verdad en tanto objetivación. No establecen pues condiciones para pensar de distinto modo al individuo cognoscente, y de ahí que caigan en los subjetivimos; como ha registrado la historia de las ideas, la modernidad en su pregunta por el conocimiento desarrolló muchos tipos de subjetivismos, pero no fueron por supuesto una respuesta satisfactoria unánime al problema del mundo y el conocimiento de éste. Tercero, desde la existencia del sujeto critican y niegan la posibilidad de conocimiento. La mayoría de los relativismos son moderados, para poder decir algo significativo y no justifican, como se insinuó más arriba, cualquier cosa, tampoco así el pluralismo.
Respecto al comentario del dueño del blog del 23 febrero sólo quiero agregar que esto que menciona es difícil de comprender si no se aluden a dos categorías importantes para pensar la cosa que nos compete: la historicidad y la ligüisticidad. El individuo en sus múltiples aplicaciones de saber se encuentra situado espacio-temporalmente, esto no significa que sea libre de pensar, hacer y creer cualquier cosa. Es un asunto de constitución.
Bueno, relativismo a ultranza (de ese que se supone genera un círculo vicioso), es más un tufo de una mirada en exceso moderna, con cierto temor a lo inestable y lo incontrolable. Creo que habría que vernos y entendernos como simple estación de devenires y discursos y en tanto esos somos seres de frontera, de tránsito y vértigo, para nada el individuo que planteó la modernidad. Finalmente esa figura es invención del sistema moderno en pos de su aparato productivo y disciplinar.
En tanto eso no somos -con el sentido esencialista de la palabra- algo.
En cuanto a la verdad, creo que definitivamente no existe per sé.
Existen discursos más -o menos- legitimados por concenso, pero no verdad. A veces, vale decir, lo que se legitima sin sospecha, se convierte en delirio, sino echémosle ojo a la creencia religiosa.
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