martes, 23 de enero de 2007

Performance soñada

Luego de un fugaz encuentro amoroso, Juan de Dios, alumno de la Universidad La Cantuta, envuelto desnudo en las sábanas de un eventual hostal, le preguntó a Margarita, su tierna enamorada, si los siete u ocho minutos de placer que le brindaba eran suficientes para alcanzar su tan ansiado clímax sexual. La verdad era evidente: ella estaba decepcionada. Entonces Juan de Dios decidió seguir el consejo de uno de sus amigos más íntimos: tomar pastillas de Viagra. El resultado fue contundente. Los esmirriados intentos de sexo se convirtieron en maratónicas sesiones que lograron satisfacer por completo los deseos de Margarita. Aquello le otorgó a Juan de Dios una seguridad sostenida en una vigorosa performance sexual a la que no pretende renunciar por lo que pueda pensar algún especialista.
Casos como el de Juan de Dios demuestran que los motivos que llevan a un adolescente y a un adulto mayor a adquirir el producto difieren. Mientras el segundo pretende lograr que el peso del tiempo sobre el organismo se vea templado con la píldora mágica, el primero procura una iniciación sexual segura o un desempeño sin precedentes, la performance soñada.
Apoyados en diversos estudios realizados a nivel mundial, los expertos en temas sexuales admiten que el consumo de la píldora no es adictivo, pero que sí lo es en cambio la sensación de seguridad y confianza que conlleva, que es tal vez el elemento más preciado para un joven debutante en la vida sexual.
Por tanto, no debe sorprender que el número de jóvenes adeptos a esta medicación vaya en aumento, al punto que el consumo de Viagra dentro de este segmento casi se haya triplicado desde que ingresara al mercado en 1998, según la revista International Journal of Impotence Research.

Pastilla milagrosa
Mientras los medios de comunicación masivos colocan al sexo en el centro de la vitrina, los hombres hacen lo que sea para conseguir un mejor desempeño sexual, para optimizar al máximo su rol como máquina capaz de saciar cualquier deseo.
Una performance sexual digna de relatos mitológicos o de las más resaltantes obras del porno hardcore parece ser una de las principales vías para la realización personal hoy en día, afirmándose que su búsqueda vale todo.
Si bien esta moda por el consumo de Sildefanil (componente químico del Viagra) tiene ya cierto tiempo asentada en otras latitudes, se revela que en el Perú los segmentos de consumidores con mayor crecimiento fueron aquellos entre 18 y 35 años y entre los 45 y 50 años.
Según testimonios de ciertos especialistas, son jóvenes limeños de estrato socioeconómico A- B, por lo general universitarios, los que se acercan con mayor frecuencia a las pequeñas farmacias de nuestra capital para adquirir la preciada pastillita. Junto con ellos, representando al segundo grupo de edad (45 – 50años), se encuentra una mayoría masculina que bien podría tratarse de maduros solteros que buscan una reconfortante vida sexual o de felices hombres que buscan encender nuevos fuegos en su vida marital.
Aunque en nuestro medio el Viagra se comercializa bajo receta médica, son precisamente farmacias pequeñas, que conforman todo un circuito informal, las que ponen al alcance de cualquier persona (con precios ciertamente más bajos) el medicamento y, con él, la posibilidad de obtener un rendimiento sexual extraordinario.
Claro está que en dicho circuito las contraindicaciones y recomendaciones médicas están de más. Riesgos aparte, está en cualquiera la decisión de jugar a ser Superman por un rato.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

vaya, tenía que opinar sobre esto yo... los maduritos, vale que la tomen, pero los jóvenes!! ¿no les daría menos apuro ir con un especialista en eyaculación precoz -1 de cada 3- o impotencia.. etc? ¿es menos dañino para su autoestima tomar viagra?
jajaja
Un besote lokito!
DANI

Anónimo dijo...

Yo doy fe que tu la haz probado...