martes, 13 de marzo de 2007

Seduciendo a la eternidad: adiós a Baudrillard

"Los nómades no tienen historia,
sólo tienen geografía"

Claire Parnet

Jean Baudrillard, uno de los pilares del pensamiento postmoderno, falleció el 7 marzo de este año, dejando claro que superó a la realidad.
Nacido en Reims, Francia, este filólogo cuyo pensamiento atravesó por varias etapas (desde una primera cercanía al marxismo hasta su estudio de la hiperrealidad mediática), ocupa un lugar al lado de Foucault, Deleuze, Lyotard y todos los que fueron parte de la corriente post-estructuralista.
Su obra, aunque ensayística, coqueteaba con el estilo de una producción literaria, al proponer ideas donde muchas veces los conceptos se tornan perversos, variando el sentido que tienen tradicionalmente, develando un crisol de nuevas significaciones. Aunque se le incluye como teórico de la Posmodernidad, marca una distancia con planteamientos de inclinación Foucaultiana, sosteniendo que la sociedad posmoderna no es tanto la sociedad de control llevada a extremo (todo basado, afirma, en una “ontología del presente” que no considera cabalmente en rol mediático), sino una sociedad que se vuelve laxa y sitúa su eje en los medios.

Más real que lo real
Baudrillard teorizó la forma en que el universo mediático se ha convertido en una realidad más real que lo real. Los medios, señala, se constituyen en la base del imaginario de las sociedades de hoy, para lo que centró su análisis en la sociedad estadounidense. Así, el modo en que vivimos es un simulacro donde todo suceso termina convertido en lo que se delinee mediáticamente de él. De la mano con esta idea surge el concepto de Videopolítica, que refiere al modo en que el sistema democrático se ha convertido básicamente en un sistema icónico, donde los hechos políticos desaparecen bajo las muestras mediáticas que puedan hacerse de ellos.
A un nivel espistemológico, todo el conocimiento, las formas de pensar –e impensar- el mundo devienen de la pantalla, su hiperrealismo y sus afanes –compartidos por la cultura occidental- por instrumentalizarlo todo.

La seducción
En su libro De la seducción, presenta un análisis del sentido que tiene este término, configurándose como el juego, el espacio gris, de lo incierto y estrategias de persuasión de lo no explícito. Además asocia el sentido que la seducción tiene en torno a la feminidad, en contraparte del sentido netamente masculino del capitalismo. Baudrillard agrega que la sociedad de hoy es Pornoestéreo, dado que el sexo también se ha convertido en un simulacro mediatizado, que halla su base en la alegoría que la pornografía ha hecho de él.

sábado, 10 de marzo de 2007

Leave the kids alone!

Ha terminado la primera semana escolar de clases, con una nueva disposición del gobierno en marcha: el inicio del período académico durante los primeros días de marzo y una hora más en los horarios de todos los colegios.

Partamos por ser realistas: el sistema educativo está en crisis. Nuestro presupuesto no cuenta con una partida lo suficientemente amplia como para cubrir las necesidades. Maestros mal pagados o un equipamiento e infraestructura que dejan mucho que desear, son algunas de las consecuencias. No debemos pues, en el marco de esta penosa realidad, exigir utopías a quienes apenas pueden sostener un edificio enclenque, no hay comparción entre nuestra educación pública y la de países como Argentina o Brazil. Sin embargo, tampoco se nos puede satisfacer con facilismos.

Una hora, un día o un año más dentro del colegio no garantizan en ningún sentido una mejor formación académica. La concepción, casi fabril, que se tiene hoy en día de la educación es el problema central. Con un sistema donde se forman estudiantes en masa, sin prestar atención alguna a las particularidades ni habilidades, además de los limitadísimos recursos, se cuenta con un problema ciertamente estructural y no con un asunto de horarios ni tiempo. Al final, una hora más es sólo un poco más de desesperación en el rostro del chiquillo que quiere ir a su casa.

Que se pretenda poner un parche pequeño sobre un hoyo demasiado grande es otra cosa. Alan García sale campante y dice que se mejorará el sistema dándole más educación a los alumnos...¿Más educación? Tiempo no es aprendizaje. Mientras no se cambien las ectructuras, los programas, los contenidos y sobre todos LAS FORMAS de enseñanza, el problema seguirá en pie. A profesores que ni siquiera quieren ser evaluados, cargarles una hora más de esfuerzo con el mismo sueldo suena a nada. Son 60 minutos más de autismo al día, de hablar prácticamente con uno mismo y repetir la paporreta de todos los años.

Iván Illich, un teólogo y filósofo austriáco que realizó investigaciones en latinoamérica, decía ya hacia los años setenta que la educación del sistema escolarizado era realmente ineficiente, y así el esfuerzo invertido en más de una década de aprendizaje de tipo institucional bien podía ser reeplazado por unos pocos años de auto-aprendizaje. Más allá de mejoras instrumentales, decía, lo que debe propiciarse es una acercamiento de la gente a la educación que le sea realmente relevante. Una suerte de Círculos de interés acádemico para reemplazar la dependencia de una educación (y de paso una sociedad netamente moderna) que funciona sobre la base de avejentadas e ineficientes instituciones.

Si Illich viera que, después de casi cuarenta años, la situación no ha cambiado (incluso contando hoy con herramientas que -como Internet- ponen el conocimiento al alcance de todos), probablemente vería aquella propuesta -en su momento calificada como un "radicalismo absurdo"- con mayor vigencia que nunca.

¿Qué consecuencias traerá entonces esta medida a nuestra maltrecha educación pública? Al parecer la peor de todas: Nada. Ningún cambio positivo ni en contra. Será una de las tantas cosas que no altera el desolador panorama de nuestra realidad. Los alumnos seguirán esperando pararse de la carpeta (ahora con una hora más de ansiedad) sin que eso signifique algún viraje significativo, sin una mayor amplitud de criterio, un bagaje de conocimientos más rico, ni mejores habilidades críticas, supuesto fin de toda actividad formativa.

lunes, 5 de marzo de 2007

"El evangelio según Bugs Bunny"

James Cameron le saca canas verdes al Papa con el anuncio de su próximo documental "La tumba de Cristo", en el que se propone -junto con el documentalista Simcha Jacobovici- remover los cimientos de la religión Católica. Su teoría señala que el osario encontrado en Jerusalén con la inscripción "Jesús, hijo de José", acompañado por otros ("María, la del maestro" y "Judas, hijo de Jesús"), pertenecen al profeta que no ha pasado de moda en 2000 años y a su supuesta familia.
El hallazgo se realizó hace más de veinte años y se ha revelado recién ahora, luego de tanto Código Da Vinci y cuestionamientos (más escándalos mediáticos que serias propuestas teóricas) sobre la divinidad del Mesías, algo que obedece no tanto a un altruismo revelador e ilustrativo, sino a una muy bien diseñada estrategia de Marketing.

Desde hace poco más de una década han surgido más de una decena de documentales orientados a revelar la verdadera naturaleza de Cristo, su modo de vida, cuán humano fue, si, como todos, fornicó y quedó muerto sin levantarse luego. La Iglesia Católica, que tiene como una de las piedras angulares de su fe la castidad de Jesús y La Resurrección, ha respondido a todos con el mismo argumento: "se trata de un afán escandaloso, poco serio, que busca el desprestigio. Un buen creyente no debería ver esa clase de cosas".

No soy católico, ni protestante, ni ortodoxo; me declaro agnóstico y quizás por eso, si Jesús tuvo o no una cana al aire o si se hizo zombie, no me parece algo del todo determinante; sin embargo, concuerdo con un pastor protestante cuando señala que vivimos el tiempo del Evangelio según Bugs Bunny, donde la esencia del asunto parece un "qué hay de nuevo, viejo".

Primero fue un libro titulado "Holly Blood, Holly Trial"...Holly WOOD (inspiración para un archiconocido "Código Da Vinci"), luego vinieron películas del tipo "El Cuerpo", un fracaso donde actuó Antonio Banderas y una serie de documentales (como "El Éxodo", anterior trabajo conjunto de Cameron y Jacobovici, acerca del éxodo guiado por Moisés hacia la Tierra Prometida) donde reconocidas figuras pretendían, como buenos embriagados de la Modernidad, ponerle el toque cientificoide a unas propuestas donde se esboza la desdivinización la figura de Jesucristo. El año pasado el último gran anuncio lo trajo "El evangelio según Judas", presentado en National Geographic Chanel, que causó el revuelo entre el público y el escándalo de uno que otro Cardenal y el mismo Papa.

Lo que nadie se puso a averiguar es que en la gran mayoría de esas producciones (por no decir en todas) ha estado involucrado de algún modo u otro (ya sea directamente o a través de productoras) James Cameron. El director de Titanic o es el anticristo o uno de los mejores mercadólogos de la historia. Obviamente, el Anticristo debería ser un tipo mucho más interesante.

Pero la verdad es que, si los huesos son o no son de Jesús, eso no importa. La gente seguirá teniendo su fe, el Vaticano su misma estructura (y poder) anquilosada, y el mundo su ritmo de siempre. Lo que se ha creído durante milenios (y todo lo que ese credo implica), no va a cambiar realmente porque un cuerpo hallado sea o no lo que dicen.

jueves, 1 de marzo de 2007

La otra Caverna: Sobre el homo videns y la democracia - Parte 2

Una bonita idea…
Libertad de expresión, reflexión por -y para- un gobierno de leyes e igualdad. Sí, definitivamente la Democracia es una bonita idea.

“…Decía que a la democracia representativa le basta, para funcionar, que exista una opinión pública que sea verdaderamente del público. Pero cada vez es menos cierto, dado que la videocracia está fabricando una opinión sólidamente hetero-dirigida que aparentemente refuerza, pero que en sustancia vacía, la democracia como gobierno de opinión. Porque la televisión se exhibe como portavoz de una opinión pública que en realidad es el eco de regreso de la propia voz…”
(SARTORI, Giovanni; “Homo Videns. La sociedad teledirigida”; Editorial Taurus; Madrid; España; 1998. pp. 8)

Sería ingenuo creer que la aparición –casi evolutiva- del homo videns, y la misma presencia de una cultura destellar, destruirán la Democracia, pero hay que ser conscientes de que, al menos, transformarán lo que hoy implica. Sartori encontró dos de los principales problemas de la video-política, en que tendía a Personalizar y a Emotivizar el actuar político de los agentes . Este es un problema de círculo vicioso, pues la sociedad que vota y se deja dirigir en base a rostros y simpatías, es una sociedad que no ha desarrollado un verdadero sentido crítico. Entonces, cómo pedirle a personas que son bombardeados sólo con contenido Light y efímero que critique dicho contenido.

“…Yo lo interpretaría así: el vídeo-dependiente tiene menos sentido crítico que quien es aún un animal simbólico adiestrado en la utilización de los símbolos abstractos. Al perder la capacidad de abstracción perdemos también la capacidad de distinguir entre lo verdadero y lo falso…”
(SARTORI, Giovanni; “Homo Videns. La sociedad teledirigida”; Editorial Taurus; Madrid; España; 1998. pp. 38)

Un hombre de imágenes, por imágenes se regirá. En relación al desarrollo de instituciones tradicionales (como ocurre con el sistema democrático) eso es perjudicial en las mismísimas entrañas del sistema, puesto que dichas instituciones obedecen a un manejo lógico racional de tipo lineal, una inteligencia literal, si se quiere expresar, no un razonamiento pictórico o hipertextual. Quizás lo que deba cambiar no sea realmente un manejo mediático, sino la forma de hacer política, de aproximarse a la democracia.

Una sistema democrático con libertad real e igualdad no es el nuestro. En estos días, al igual que todo, la democracia se arma de pedazos, de imágenes fragmentadas que no están haciendo más que disfrazarla de utilitarismo cortoplacista. Pero el sistema, como bien señala Wallerstein , se reacomoda buscando un orden que le permita perpetuarse. El sistema se trasforma y seguirá siendo el mismo aunque diferente. La video-realidad de nuestros días no es más que la otra caverna, más nueva, posmoderna, en la que se alberga el hombre, que ahora ha evolucionado y es casi otro hombre, un homo videns.

Pero Giovanni, tampoco es el diablo…
Tal como mencioné, para la lógica de una institución tradicional, el razonamiento del homo videns y su naturaleza pueden ser perjudiciales, sin embargo, considero que posiciones como las de Sartori menosprecian en gran medida la riqueza que puede brindar esta cultura de la imagen. El bombardeo de información desde todo medio, en toda dirección y sin una tradicional linealidad puede estar soterrando todo un nuevo ámbito de conocimiento. Muy aparte de los canales, evidentemente distintos a niveles tecnológicos e instrumentales, las formas de conocimiento en sí están variando de forma interesante. Un ejemplo digno de mencionar es el de los hermanos Wachowski, escritores de la película Matrix. Estos cineastas plantearon en su filme todo el postulado Cartesiano sobre el genio maligno y la introducción a su famosa Duda metódica , en una atrayente obra de dos horas.

Los Wachowski confesaron en alguna entrevista, que jamás en su vida habían leído algo relacionado con la filosofía y que su formación se había hecho en base a películas y series de todo tipo y de todas las latitudes.

Otro caso es el del escritor José Mauro de Vasconcelos, un autodidacta que hacia sus últimos años de vida confesó que consumía mucha televisión y había hallado en ella una nueva forma de entender las cosas, un conocimiento de otro modo inaccesible.
Ejemplos aparte, las imágenes y los discursos audiovisuales, no sólo atentan contra una inteligencia de tipo lineal (erróneamente endiosada); también promueven el desarrollo de una sensibilidad particular, creando accesos a concepciones de mensajes que de otro modo hubieran quedado vetados por un simple determinismo.
No se puede pretender ver como una panacea la libertad del discurso icónico (hoy casi es libertinaje), pero, seamos realistas, tampoco es el diablo.

La otra Caverna: Sobre el homo videns y la democracia - Parte 1

El hombre nuevo en el hueco viejo
El tema determinante en relación al planteamiento de Sartori es de implicancias epistemológicas, dado que el problema central que halla, estriba sobre la concepción del mundo (y la forma en que esta se edifica) que tengan las personas.
En un mundo innegablemente mediático, señala, la idea de ser humano que poseemos en la actualidad está sufriendo un viraje dramático. Se está abandonando la figura del homo sapiens, crítico y pensante, por la del homo videns, aquel que considera, en resumidas palabras, que lo que ve es lo que existe. Este es el ser que vive por la imagen, que no sin motivo nos recuerda al mito de la caverna del que nos hablaba Platón, en el que una persona consideraba que su mundo sólo estaba constituido por sombras, imágenes borrosas, que se proyectaban ante él como único estímulo proveniente de algo más .

Este homo videns, entonces, bien puede reconocerse como aquel que mira en su caverna (esta vez con pantalla de plasma y de marca Samsung) aquellas sombras de algo. Esquema simpático, pero que oculta un simplismo engañoso.
Es precisamente en esa suerte de “asimilación de lo que llega”, esa contemplación de las sombras, donde se puede leer un simple rol pasivo de quien las observa, idea que es de plano equivocada y nos llevaría a concepciones demasiado facilistas del ser humano de hoy. Asimismo, la idea del algo que produce las sombras (en este caso el contenido mediático) no puede reducirse a un solo agente, ni a una serie de organizaciones. La verdad es que hoy todo comunica, todo produce imágenes y éstas nos llegan de todas partes, en todo momento. La comunicación de masas no hace más que proponer canales relativos, cauces, para un verdadero desborde de información. Como bien señala Umberto Eco:

“…El universo de las comunicaciones de masa –reconozcámoslo o no- es nuestro universo; y si queremos hablar de valores, las condiciones objetivas de las comunicaciones son aquellas aportadas por la existencia de los periódicos, de la radio, de la televisión, de la música grabada y reproducible, de las nuevas formas de comunicación visual y auditiva…”
(ECO, Humberto; “Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas” ; Editorial Lumen; Barcelona; España; 1973; pp15)

Ahora bien, si hace unos cientos de miles de años, un fornido Neandertal habitaba un mundo lleno de bestias y se cubría con piel ante el diluvio, cabe preguntarse –aceptando ya que el hombre de hoy es el homo videns- cuál es el contexto en el que se desarrolla el nuevo humano. Sabemos, por lo pronto, que se trata de un entorno abarrotado de imágenes y agentes comunicativos. Un mundo donde toda persona, objeto o discurso se ha convertido en emisor.

El concepto que mejor describe este contexto espacio-temporal es, en mi opinión, el que, hace casi treinta años, Toffler ya denominaba como cultura destellar . Dicha concepción de cultura planteaba que hoy el ser humano, se encuentra recogiendo los pedazos de ideas -ya fragmentadas- que aparecen en el universo mediático. Según esto, el ser humano organizaba su realidad en base a esos fragmentos. Ya no se puede obedecer a una linealidad de tipo literal, secuencial, sino que el organismo, a un nivel tanto biológico como psicológico, debe responder frente al aluvión de imágenes, adquiriendo no sólo una nueva estructura que permita una distinta organización de los estímulos del mundo, sino taimen una nueva inteligencia, más acorde con las demandas de ese entorno.

Hasta aquí, entonces, se podría concluir -a modo de analogía- que el homo videns es el actor que desarrolla su dramaturgia cotidiana en la tarima de la cultura destellar. Pero, claro está, él improvisa con lo que cuente en ese escenario; y dichos artilugios los constituyen las imágenes e ideas fragmentadas que le da la esfera mediática, la misma cultura destellar.

La cultura, pues, está formada por gente formada en esa cultura. La cultura depende de un colectivo, y ese colectivo delimita dicha cultura porque se ha formado dentro de ella. Es una doble dependencia más evidente y a la vez más compleja de lo que uno cree. El proceso de socialización, desde un primer momento en el desarrollo de la persona, nos va marcando pautas culturales. La interrelación es lo que hace que alguien asimile una cultura y que, al mismo tiempo, ella se perpetúe.

Si los medios audiovisuales trajeron un homo videns, probablemente los medios electrónicos traigan a la larga otro hombre, con una lógica ya no pictórica o visual, ni literaria, sino quizás con una sobre explotación de recursos hipertextuales. Eso sólo lo dirá el devenir, y sin caer en afanes especulativos, valdría recordar lo que señala Deleuze, para quien las sociedades disciplinarias (básicamente modernas, como la nuestra) sufren una crisis en beneficio de nuevas fuerzas que se irán instalando lentamente. Serán entonces sociedades de control las que se encarguen de reemplazarlas. Mientras las sociedades disciplinarias se equipan con máquinas energéticas (de producción), las sociedades de control operan sobre máquinas informáticas. Es una evolución tecnológica, una mutación del capitalismo .

“Video killed the radio star”
Cuando Sartori plantea la idea de su homo videns, se avoca con gran fiereza contra el discurso televisivo en casi todas sus manifestaciones y matices.

“…La televisión se caracteriza por una cosa: entretiene, relaja y divierte. Como decía anteriormente, cultiva al homo videns; pero la televisión invade toda nuestra vida, se afirma incluso como un demiurgo. Después de haber ‘formado’ a los niños continúa formando, o de algún modo, influenciando a los adultos por medio de la ‘información’…
(SARTORI, Giovanni; “Homo Videns. La sociedad teledirigida”; Editorial Taurus; Madrid; España; 1998. pp. 1)

La televisión aparece entonces no sólo como una formadora desde pequeños, sino como fuente de conocimiento en la adultez, al proporcionarnos información. Sin embargo, el autor se enfoca principalmente en el contenido perjudicial de esas noticias y llega a señalar que la gran mayoría noticias son deportivas o sobre asuntos del corazón, todo adornado con las más variadas calamidades y una que otra muerte espeluznante. Se ve a la televisión como un espectáculo para complacer y entretener a quien la vea.

Lo cierto es que la televisión vende gente, no espacios en la señal. En este mercado, voraz y sin treguas, un programa con más rating (con más ojos hipnotizados frente a la pantalla) puede “enlatar” una audiencia más numerosa, para vendérsela a algún anunciante. Este es quizás la principal columna para el edificio de críticas en las que habita una visión peyorativa sobre el contenido de la TV, básicamente por parte de estudiosos y académicos, del tipo Sartori o cualquier otroque haya decidido volcar su ojo más entrenado sobre el discurso audiovisual.
Sin embargo, en el otro lado, en el del espectador promedio también ha anidado una visión negativa, de desconfianza. Un ejemplo interesante sería el gobierno de Fujimori, del cual hoy sabemos con cuán burda facilidad obtuvo el control de los medios, y así consiguió una programació con la que no sólo acrecentaba su popularidad sino que –casi al dos por uno- destrozaba a uno que otro gordito bonachón que se interpusiera en su camino.

Los Vladi-videos marcaron un antes y un después en la concepción que la gente tenía de los medios. Allí se vio claramente cómo lo que estaba representado en la pantalla se convertía en lo real, sin ningún ánimo de discusión. De pronto todos los medios de comunicación tenían el síndrome de corrupción per sé. Si se vio en la pantalla que el dueño de UN canal recibía dinero y se vendía, inmediatamente LOS canales eran corruptos. Bourdieu acerta al afirmar que durante las últimas décadas la televisión ha desalentado el ejercicio de pensar, privilegiando el impacto de la imagen sobre el contenido y el de la emoción sobre la razón. Esto debido a que, por su naturaleza técnica, en su mundo virtual y efímero, los hechos, dichos y juicios son dificultosamente revisables. Simplemente dejan impronta en la mente del espectador y le construyen una realidad. Es válido mencionar que tener imágenes e información “servida en bandeja” no tendría nada de malo si la habitual economía cognitiva, tan humana, no nos invitará al conformismo de no contrastarla. El problema no es esa información destellar, virtual y efímera (al menos no es todo el problema), sino que las personas ya ni se dan el trabajo de pensar o cuestionarse sobre los determinados acontecimientos. “Si lo que se ve parece ‘real’, entonces, en efecto, lo que me muestran estas imágenes debe ser cierto”, es la máxima del espectador, mientras que la del emisor parece rezar en un “démosle lo que quiere, y que sea fácil, así nos ve más”. Esa parece la penosa lógica de hoy en relación a los medios de comunicación.

“…Con todo, la televisión (…) está ella misma alienada, puesto que vive muy particularmente sometida a las imposiciones directas del mercado. (De manera general, si el sociólogo escribiera la décima parte de lo que piensa cuando habla con los periodistas -por ejemplo, sobre la fabricación de los programas-, éstos lo denunciarían por haber tomado partido y por su falta de objetividad, por no hablar de su arrogancia insoportable...) El que pierde dos puntos de rating se queda afuera…”
(BOURDIEU, Pierre; “Entrevista a Pierre Bourdieu: periodismo y TV”, tomado de: http://www.rebelion.org/medios/bourdieu120902.htm)