lunes, 5 de marzo de 2007

"El evangelio según Bugs Bunny"

James Cameron le saca canas verdes al Papa con el anuncio de su próximo documental "La tumba de Cristo", en el que se propone -junto con el documentalista Simcha Jacobovici- remover los cimientos de la religión Católica. Su teoría señala que el osario encontrado en Jerusalén con la inscripción "Jesús, hijo de José", acompañado por otros ("María, la del maestro" y "Judas, hijo de Jesús"), pertenecen al profeta que no ha pasado de moda en 2000 años y a su supuesta familia.
El hallazgo se realizó hace más de veinte años y se ha revelado recién ahora, luego de tanto Código Da Vinci y cuestionamientos (más escándalos mediáticos que serias propuestas teóricas) sobre la divinidad del Mesías, algo que obedece no tanto a un altruismo revelador e ilustrativo, sino a una muy bien diseñada estrategia de Marketing.

Desde hace poco más de una década han surgido más de una decena de documentales orientados a revelar la verdadera naturaleza de Cristo, su modo de vida, cuán humano fue, si, como todos, fornicó y quedó muerto sin levantarse luego. La Iglesia Católica, que tiene como una de las piedras angulares de su fe la castidad de Jesús y La Resurrección, ha respondido a todos con el mismo argumento: "se trata de un afán escandaloso, poco serio, que busca el desprestigio. Un buen creyente no debería ver esa clase de cosas".

No soy católico, ni protestante, ni ortodoxo; me declaro agnóstico y quizás por eso, si Jesús tuvo o no una cana al aire o si se hizo zombie, no me parece algo del todo determinante; sin embargo, concuerdo con un pastor protestante cuando señala que vivimos el tiempo del Evangelio según Bugs Bunny, donde la esencia del asunto parece un "qué hay de nuevo, viejo".

Primero fue un libro titulado "Holly Blood, Holly Trial"...Holly WOOD (inspiración para un archiconocido "Código Da Vinci"), luego vinieron películas del tipo "El Cuerpo", un fracaso donde actuó Antonio Banderas y una serie de documentales (como "El Éxodo", anterior trabajo conjunto de Cameron y Jacobovici, acerca del éxodo guiado por Moisés hacia la Tierra Prometida) donde reconocidas figuras pretendían, como buenos embriagados de la Modernidad, ponerle el toque cientificoide a unas propuestas donde se esboza la desdivinización la figura de Jesucristo. El año pasado el último gran anuncio lo trajo "El evangelio según Judas", presentado en National Geographic Chanel, que causó el revuelo entre el público y el escándalo de uno que otro Cardenal y el mismo Papa.

Lo que nadie se puso a averiguar es que en la gran mayoría de esas producciones (por no decir en todas) ha estado involucrado de algún modo u otro (ya sea directamente o a través de productoras) James Cameron. El director de Titanic o es el anticristo o uno de los mejores mercadólogos de la historia. Obviamente, el Anticristo debería ser un tipo mucho más interesante.

Pero la verdad es que, si los huesos son o no son de Jesús, eso no importa. La gente seguirá teniendo su fe, el Vaticano su misma estructura (y poder) anquilosada, y el mundo su ritmo de siempre. Lo que se ha creído durante milenios (y todo lo que ese credo implica), no va a cambiar realmente porque un cuerpo hallado sea o no lo que dicen.

jueves, 1 de marzo de 2007

La otra Caverna: Sobre el homo videns y la democracia - Parte 2

Una bonita idea…
Libertad de expresión, reflexión por -y para- un gobierno de leyes e igualdad. Sí, definitivamente la Democracia es una bonita idea.

“…Decía que a la democracia representativa le basta, para funcionar, que exista una opinión pública que sea verdaderamente del público. Pero cada vez es menos cierto, dado que la videocracia está fabricando una opinión sólidamente hetero-dirigida que aparentemente refuerza, pero que en sustancia vacía, la democracia como gobierno de opinión. Porque la televisión se exhibe como portavoz de una opinión pública que en realidad es el eco de regreso de la propia voz…”
(SARTORI, Giovanni; “Homo Videns. La sociedad teledirigida”; Editorial Taurus; Madrid; España; 1998. pp. 8)

Sería ingenuo creer que la aparición –casi evolutiva- del homo videns, y la misma presencia de una cultura destellar, destruirán la Democracia, pero hay que ser conscientes de que, al menos, transformarán lo que hoy implica. Sartori encontró dos de los principales problemas de la video-política, en que tendía a Personalizar y a Emotivizar el actuar político de los agentes . Este es un problema de círculo vicioso, pues la sociedad que vota y se deja dirigir en base a rostros y simpatías, es una sociedad que no ha desarrollado un verdadero sentido crítico. Entonces, cómo pedirle a personas que son bombardeados sólo con contenido Light y efímero que critique dicho contenido.

“…Yo lo interpretaría así: el vídeo-dependiente tiene menos sentido crítico que quien es aún un animal simbólico adiestrado en la utilización de los símbolos abstractos. Al perder la capacidad de abstracción perdemos también la capacidad de distinguir entre lo verdadero y lo falso…”
(SARTORI, Giovanni; “Homo Videns. La sociedad teledirigida”; Editorial Taurus; Madrid; España; 1998. pp. 38)

Un hombre de imágenes, por imágenes se regirá. En relación al desarrollo de instituciones tradicionales (como ocurre con el sistema democrático) eso es perjudicial en las mismísimas entrañas del sistema, puesto que dichas instituciones obedecen a un manejo lógico racional de tipo lineal, una inteligencia literal, si se quiere expresar, no un razonamiento pictórico o hipertextual. Quizás lo que deba cambiar no sea realmente un manejo mediático, sino la forma de hacer política, de aproximarse a la democracia.

Una sistema democrático con libertad real e igualdad no es el nuestro. En estos días, al igual que todo, la democracia se arma de pedazos, de imágenes fragmentadas que no están haciendo más que disfrazarla de utilitarismo cortoplacista. Pero el sistema, como bien señala Wallerstein , se reacomoda buscando un orden que le permita perpetuarse. El sistema se trasforma y seguirá siendo el mismo aunque diferente. La video-realidad de nuestros días no es más que la otra caverna, más nueva, posmoderna, en la que se alberga el hombre, que ahora ha evolucionado y es casi otro hombre, un homo videns.

Pero Giovanni, tampoco es el diablo…
Tal como mencioné, para la lógica de una institución tradicional, el razonamiento del homo videns y su naturaleza pueden ser perjudiciales, sin embargo, considero que posiciones como las de Sartori menosprecian en gran medida la riqueza que puede brindar esta cultura de la imagen. El bombardeo de información desde todo medio, en toda dirección y sin una tradicional linealidad puede estar soterrando todo un nuevo ámbito de conocimiento. Muy aparte de los canales, evidentemente distintos a niveles tecnológicos e instrumentales, las formas de conocimiento en sí están variando de forma interesante. Un ejemplo digno de mencionar es el de los hermanos Wachowski, escritores de la película Matrix. Estos cineastas plantearon en su filme todo el postulado Cartesiano sobre el genio maligno y la introducción a su famosa Duda metódica , en una atrayente obra de dos horas.

Los Wachowski confesaron en alguna entrevista, que jamás en su vida habían leído algo relacionado con la filosofía y que su formación se había hecho en base a películas y series de todo tipo y de todas las latitudes.

Otro caso es el del escritor José Mauro de Vasconcelos, un autodidacta que hacia sus últimos años de vida confesó que consumía mucha televisión y había hallado en ella una nueva forma de entender las cosas, un conocimiento de otro modo inaccesible.
Ejemplos aparte, las imágenes y los discursos audiovisuales, no sólo atentan contra una inteligencia de tipo lineal (erróneamente endiosada); también promueven el desarrollo de una sensibilidad particular, creando accesos a concepciones de mensajes que de otro modo hubieran quedado vetados por un simple determinismo.
No se puede pretender ver como una panacea la libertad del discurso icónico (hoy casi es libertinaje), pero, seamos realistas, tampoco es el diablo.

La otra Caverna: Sobre el homo videns y la democracia - Parte 1

El hombre nuevo en el hueco viejo
El tema determinante en relación al planteamiento de Sartori es de implicancias epistemológicas, dado que el problema central que halla, estriba sobre la concepción del mundo (y la forma en que esta se edifica) que tengan las personas.
En un mundo innegablemente mediático, señala, la idea de ser humano que poseemos en la actualidad está sufriendo un viraje dramático. Se está abandonando la figura del homo sapiens, crítico y pensante, por la del homo videns, aquel que considera, en resumidas palabras, que lo que ve es lo que existe. Este es el ser que vive por la imagen, que no sin motivo nos recuerda al mito de la caverna del que nos hablaba Platón, en el que una persona consideraba que su mundo sólo estaba constituido por sombras, imágenes borrosas, que se proyectaban ante él como único estímulo proveniente de algo más .

Este homo videns, entonces, bien puede reconocerse como aquel que mira en su caverna (esta vez con pantalla de plasma y de marca Samsung) aquellas sombras de algo. Esquema simpático, pero que oculta un simplismo engañoso.
Es precisamente en esa suerte de “asimilación de lo que llega”, esa contemplación de las sombras, donde se puede leer un simple rol pasivo de quien las observa, idea que es de plano equivocada y nos llevaría a concepciones demasiado facilistas del ser humano de hoy. Asimismo, la idea del algo que produce las sombras (en este caso el contenido mediático) no puede reducirse a un solo agente, ni a una serie de organizaciones. La verdad es que hoy todo comunica, todo produce imágenes y éstas nos llegan de todas partes, en todo momento. La comunicación de masas no hace más que proponer canales relativos, cauces, para un verdadero desborde de información. Como bien señala Umberto Eco:

“…El universo de las comunicaciones de masa –reconozcámoslo o no- es nuestro universo; y si queremos hablar de valores, las condiciones objetivas de las comunicaciones son aquellas aportadas por la existencia de los periódicos, de la radio, de la televisión, de la música grabada y reproducible, de las nuevas formas de comunicación visual y auditiva…”
(ECO, Humberto; “Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas” ; Editorial Lumen; Barcelona; España; 1973; pp15)

Ahora bien, si hace unos cientos de miles de años, un fornido Neandertal habitaba un mundo lleno de bestias y se cubría con piel ante el diluvio, cabe preguntarse –aceptando ya que el hombre de hoy es el homo videns- cuál es el contexto en el que se desarrolla el nuevo humano. Sabemos, por lo pronto, que se trata de un entorno abarrotado de imágenes y agentes comunicativos. Un mundo donde toda persona, objeto o discurso se ha convertido en emisor.

El concepto que mejor describe este contexto espacio-temporal es, en mi opinión, el que, hace casi treinta años, Toffler ya denominaba como cultura destellar . Dicha concepción de cultura planteaba que hoy el ser humano, se encuentra recogiendo los pedazos de ideas -ya fragmentadas- que aparecen en el universo mediático. Según esto, el ser humano organizaba su realidad en base a esos fragmentos. Ya no se puede obedecer a una linealidad de tipo literal, secuencial, sino que el organismo, a un nivel tanto biológico como psicológico, debe responder frente al aluvión de imágenes, adquiriendo no sólo una nueva estructura que permita una distinta organización de los estímulos del mundo, sino taimen una nueva inteligencia, más acorde con las demandas de ese entorno.

Hasta aquí, entonces, se podría concluir -a modo de analogía- que el homo videns es el actor que desarrolla su dramaturgia cotidiana en la tarima de la cultura destellar. Pero, claro está, él improvisa con lo que cuente en ese escenario; y dichos artilugios los constituyen las imágenes e ideas fragmentadas que le da la esfera mediática, la misma cultura destellar.

La cultura, pues, está formada por gente formada en esa cultura. La cultura depende de un colectivo, y ese colectivo delimita dicha cultura porque se ha formado dentro de ella. Es una doble dependencia más evidente y a la vez más compleja de lo que uno cree. El proceso de socialización, desde un primer momento en el desarrollo de la persona, nos va marcando pautas culturales. La interrelación es lo que hace que alguien asimile una cultura y que, al mismo tiempo, ella se perpetúe.

Si los medios audiovisuales trajeron un homo videns, probablemente los medios electrónicos traigan a la larga otro hombre, con una lógica ya no pictórica o visual, ni literaria, sino quizás con una sobre explotación de recursos hipertextuales. Eso sólo lo dirá el devenir, y sin caer en afanes especulativos, valdría recordar lo que señala Deleuze, para quien las sociedades disciplinarias (básicamente modernas, como la nuestra) sufren una crisis en beneficio de nuevas fuerzas que se irán instalando lentamente. Serán entonces sociedades de control las que se encarguen de reemplazarlas. Mientras las sociedades disciplinarias se equipan con máquinas energéticas (de producción), las sociedades de control operan sobre máquinas informáticas. Es una evolución tecnológica, una mutación del capitalismo .

“Video killed the radio star”
Cuando Sartori plantea la idea de su homo videns, se avoca con gran fiereza contra el discurso televisivo en casi todas sus manifestaciones y matices.

“…La televisión se caracteriza por una cosa: entretiene, relaja y divierte. Como decía anteriormente, cultiva al homo videns; pero la televisión invade toda nuestra vida, se afirma incluso como un demiurgo. Después de haber ‘formado’ a los niños continúa formando, o de algún modo, influenciando a los adultos por medio de la ‘información’…
(SARTORI, Giovanni; “Homo Videns. La sociedad teledirigida”; Editorial Taurus; Madrid; España; 1998. pp. 1)

La televisión aparece entonces no sólo como una formadora desde pequeños, sino como fuente de conocimiento en la adultez, al proporcionarnos información. Sin embargo, el autor se enfoca principalmente en el contenido perjudicial de esas noticias y llega a señalar que la gran mayoría noticias son deportivas o sobre asuntos del corazón, todo adornado con las más variadas calamidades y una que otra muerte espeluznante. Se ve a la televisión como un espectáculo para complacer y entretener a quien la vea.

Lo cierto es que la televisión vende gente, no espacios en la señal. En este mercado, voraz y sin treguas, un programa con más rating (con más ojos hipnotizados frente a la pantalla) puede “enlatar” una audiencia más numerosa, para vendérsela a algún anunciante. Este es quizás la principal columna para el edificio de críticas en las que habita una visión peyorativa sobre el contenido de la TV, básicamente por parte de estudiosos y académicos, del tipo Sartori o cualquier otroque haya decidido volcar su ojo más entrenado sobre el discurso audiovisual.
Sin embargo, en el otro lado, en el del espectador promedio también ha anidado una visión negativa, de desconfianza. Un ejemplo interesante sería el gobierno de Fujimori, del cual hoy sabemos con cuán burda facilidad obtuvo el control de los medios, y así consiguió una programació con la que no sólo acrecentaba su popularidad sino que –casi al dos por uno- destrozaba a uno que otro gordito bonachón que se interpusiera en su camino.

Los Vladi-videos marcaron un antes y un después en la concepción que la gente tenía de los medios. Allí se vio claramente cómo lo que estaba representado en la pantalla se convertía en lo real, sin ningún ánimo de discusión. De pronto todos los medios de comunicación tenían el síndrome de corrupción per sé. Si se vio en la pantalla que el dueño de UN canal recibía dinero y se vendía, inmediatamente LOS canales eran corruptos. Bourdieu acerta al afirmar que durante las últimas décadas la televisión ha desalentado el ejercicio de pensar, privilegiando el impacto de la imagen sobre el contenido y el de la emoción sobre la razón. Esto debido a que, por su naturaleza técnica, en su mundo virtual y efímero, los hechos, dichos y juicios son dificultosamente revisables. Simplemente dejan impronta en la mente del espectador y le construyen una realidad. Es válido mencionar que tener imágenes e información “servida en bandeja” no tendría nada de malo si la habitual economía cognitiva, tan humana, no nos invitará al conformismo de no contrastarla. El problema no es esa información destellar, virtual y efímera (al menos no es todo el problema), sino que las personas ya ni se dan el trabajo de pensar o cuestionarse sobre los determinados acontecimientos. “Si lo que se ve parece ‘real’, entonces, en efecto, lo que me muestran estas imágenes debe ser cierto”, es la máxima del espectador, mientras que la del emisor parece rezar en un “démosle lo que quiere, y que sea fácil, así nos ve más”. Esa parece la penosa lógica de hoy en relación a los medios de comunicación.

“…Con todo, la televisión (…) está ella misma alienada, puesto que vive muy particularmente sometida a las imposiciones directas del mercado. (De manera general, si el sociólogo escribiera la décima parte de lo que piensa cuando habla con los periodistas -por ejemplo, sobre la fabricación de los programas-, éstos lo denunciarían por haber tomado partido y por su falta de objetividad, por no hablar de su arrogancia insoportable...) El que pierde dos puntos de rating se queda afuera…”
(BOURDIEU, Pierre; “Entrevista a Pierre Bourdieu: periodismo y TV”, tomado de: http://www.rebelion.org/medios/bourdieu120902.htm)

miércoles, 28 de febrero de 2007

Para todos: Warhol llega a Lima

Una exposición del icono máximo del Pop-Art visitará nuestras sureñas latitudes este año. La muestra, traída por El Centro Cultural de la Universidad Católica, pertenece a la Fundación Mazzota, de Milán, y reúne más de cien obras gráficas, documentos, libros y filmes originales del mítico genio plástico.

Lo mejor del mejor

Es alentador descubrir cómo el Perú es considerado cada vez más como un atractivo destino artístico. Haber contado, a inicios del verano, con una muestra de las obras de Botero, el renombrado artista colombiano, o la próxima presencia de un músico de la altura de Roger Waters, nos da una idea del asunto. Ahora llega Andy Warhol, uno de los verdaderos quiebres en la historia universal del arte, un artista que se ha hecho eterno y nos brindó una nueva concepción de la realidad.
La colección, que llegará en Mayo, cuenta con fotografías tomadas por el artista, libros y catálogos sobre su trabajo, que acompañan algunas de sus más emblemáticas obras: los retratos de Mick Jagger, Marylin Monroe, Elizabeth Taylor, entre otros; las archiconocidas latas de sopa Campbell's; la serie de Animales en extinción, la serie de Flores, los Retratos de los Judíos del Siglo XX y la serie de los Mitos, portadas de discos diseñadas por el artista (vale mencionar la conocida lengua de los Rolling Stones y el 'banana álbum', de Velvet Underground).

Veremos pues, lo más renombrado, una verdadera miscelánea de su variopinta trayectoria en el campo plástico y pictórico. Y, como si eso no fuera suficiente, tendremos la posibilidad de observar algunas de las películas que realizó. Su cine, netamente experimental, por lo general abandonó una estructura argumental, para enfocarse en lo que se podría denominar como una “aprehensión del tiempo”. Los filmes de Warhol (Empire States o Sleep, como mejores ejemplos) enfatizaban la capacidad del cine para captar la sucesión de hechos, el transcurrir del tiempo. De allí que pudiera establecer una nueva idea de la relación espectador/film, donde aquel enfrentase la producción audiovisual como si fuese un objeto artístico más, un cuadro o una fotografía. Se trataba de que el espectador no estuviera dictado a seguir la película en su totalidad, sino que pueda dejar su contemplación y volver a ella, como ocurriría con una pintura.

Entre las películas que llegarán están Kiss (1963), My Hustler (1965), Flesh (1968) y Chelsea Girls (1966). Además, se exhibirán los documentales I Shot Andy Warhol y The Velvet Underground and Nico.
Sólo queda esperar. Como diría Andy “todo es bello”, y en mayo será sólo para nosotros.

lunes, 26 de febrero de 2007

Conocimiento platónico vs. Conocimiento aristotélico 2

En un ensayo anterior, comparé la postura Platónica frente a la Aristotélica en relación al conocimiento. Ahora, me referiré a la crítica que Aristóteles hizo a Platón, con la cual –cuan lanza en el talón de Aquiles- derrumbó todo el sistema que este había postulado.
En el diálogo Fedro, Platón llegó a plantear un mito, por el cual las almas al provenir del mundo de las ideas, atraviesan el río Leteo hasta llegar a un cuerpo que estará en el mundo sensible. Es en aquel momento que se olvidan de su contemplación de las ideas. Acorde con el mito, es a través de la dialéctica que se produce la anamnesis (“recordación”), y una vez “recordado” el conocimiento, se podrán fundamentar los juicios particulares y la conducta humana, dado que el mundo sensible imita al de las ideas. Sin embargo, Platón no maneja bien esa suerte de asociación entre estos dos mundos, hecho que evidencia en el Parménides.Este sería el punto clave para las observaciones de Aristóteles a dicha teoría.

El principal argumento aristotélico estribaba en que al ser el mundo sensible una imitación del mundo de las ideas, por qué imitaría todos sus atributos excepto el más importante: la inmutabilidad. Tal como señalé anteriormente, Platón afirmaba que el mundo de las ideas era inmutable y eterno, sin embargo, en el mundo sensible se evidencia que el cambio es el atributo por excelencia. Todo se encuentra cambiando.

Además, Aristóteles señalaba que las flaquezas de la teoría de las ideas eran irreparables porque duplicaban innecesariamente las cosas a explicar ya que por un lado se tenía que hallar la explicación de los seres existentes con relación causal a sus ideas y por el otro se tenían que explicar que explicar las ideas en sí, esto también conllevaba a concebir las ideas como sensibles eternos. Finalmente, las críticas de Aristóteles aluden a la relación entre las ideas y las cosas sensibles, ya que atentaba contra la característica o principio de unidad. Es así que algo es lo que es porque en ese objeto participa la idea o forma de dicho objeto, en otras palabras, puedo conocer algo al conocer su forma. Creo que el problema que encuentra Aristóteles es considerar que dicha forma existe de forma independiente al objeto, ya que tendría que existir un poco de forma en cada uno, atentando paradójicamente contra aquel principio. Entonces, la solución planteada por Aristóteles es que las cosas sensibles están compuestas por materia y forma, siendo la primera aquello de lo que la cosa está hecha y la segunda lo que hace que la materia sea lo que es. De este modo la forma otorga a la materia su ser, por lo que la materia se considera indeterminada al admitir una serie de determinaciones. A mi parecer es en este punto donde se halla la clave para explicar aquello en lo que Platón fracasó, es decir, el cambio que se da en el mundo sensible. Aristóteles propondrá así los principios de potencialidad y causalidad.

Si se tiene en cuenta que la materia es indeterminada y admite determinaciones, podemos decir que la materia es un objeto en potencia y que, en contraparte, la forma hace que la materia sea cosa, convirtiéndola en acto. En conclusión, la materia es forma en potencia y la cosa es materia en acto; un ejemplo válido sería decir que una plancha de triplay es madera en acto y mesa en potencia. En este ejemplo, además, se evidencia que un objeto puede ser al mismo tiempo tanto potencia como acto. De ese modo ya se evidencia la relación de proceso existente en el mundo sensible, lo que ayuda a explicar todo cambio que ocurra en él.

Una vez que se ha criticado la teoría platónica de las formas, se podría señalar finalmente que para Aristóteles el conocimiento es el conocimiento de las causas interrelacionadas lógicamente.
Por causa se puede entender a todo aquello a lo que se debe que una cosa sea lo que es. Aristóteles planteará la existencia de cuatro causas: 1) Causa Material: que alude a la materia, a aquello de donde proviene una cosa y permanece en ella, de lo que está hecha. Vale decir que la ciencia moderna resta importancia a esta causa en aras de la utilidad que puedan tener los objetos. 2) Causa Formal: se refiere a la Forma, la esencia de la cosa. Podría entenderse como una suerte de utilidad o función. Esta causa es válida para la ciencia moderna ya que la función es de suma importancia en el objeto. 3) Causa Eficiente: alude a lo que interviene en el proceso de que la cosa sea, tratándose de factores externos en objetos artificiales e internos en objetos naturales. Esta causa puede identificarse también con la Forma pues para propiciarse dicho cambio/movimiento o proceso, se debe ser consciente de a qué va a devenir en última instancia. La ciencia moderna la considera pues en su estudio es clara la búsqueda de relaciones entre los objetos. La última causa que señala Aristóteles es la 4) Causa Final: remite a la pregunta “para qué”, es decir, la finalidad de la cosa. En seres artificiales la coincidencia con la forma es indiscutible, ya que los objetos creados por el hombre son lo que son porque cumplen un fin; la silla, por ejemplo, no sería silla si no puedo sentarme en ella. En el caso de los seres naturales no puede decirse que sean concebidos con un fin preestablecido, pero su desarrollo natural sí se orienta hacia un fin (que finalmente es su forma), por lo que esta causa también se identifica con la forma. Para la ciencia moderna no es tomada en cuenta pues finalmente todo cambia y no se puede ni siquiera en este caso, orientar un norte con toda seguridad durante el proceso.

Se puede afirmar, entonces, que las cuatro causas aristotélicas vienen a ser ampliaciones del planteamiento por el cual las cosas sensibles están compuestas de materia y forma. Pero para que estas causas puedan llegar a ser conocimiento deben estar circunscritas por tres principios que carecen de explicación, estos son: a) Identidad, que señala que todo cosa es igual a sí misma, b) No contradicción, que afirma que nada puede ser y no ser a la vez y c) Tercio excluido; en sí, estos principios sostienen que las cosas tienen una esencia, por lo que las causas son las manifestaciones que pueden conocerse de ellas, de ahí también que el “hecho crudo” no es la verdad sino que los juicios del mundo. Sin embargo, el conocimiento de las causas, y estos juicios, no son conocimiento cabal por sí mismos, ya que debe darse una interrelación lógica entre ellos, de forma silogística. Un silogismo son una serie de proposiciones, de las cuales una se deduce a partir de otras. Esta forma argumentativa, que yace arraigada hoy opta por la presentación y confrontación de premisas que llevarán a una conclusión que se acepta como verdad.

A mi parecer esta forma lógica obedecía perfectamente a la visión de Aristóteles por la cual el mundo tiene un orden lógico. Pero, existe un problema ya que para considerar un silogismo válido, las premisas presentadas tendrían que ser necesariamente verdaderas. Por eso Aristóteles confía en un proceso netamente deductivo en el que las verdades universales se captan a través de la Inducción (por la cual se llega a lo universal desde lo particular) y la Intuición (que refiere a la captación de primeros principios). Pero, tal como señalé, para que esto ocurra el mundo tendría que estar dado y estructurado previamente, idea que hoy en día, aunque cuenta con buena salud, no puede ser aceptada ya que es en gran medida determinista y no considera que hayan diversos criterios para aproximarse a la realidad.

miércoles, 7 de febrero de 2007

En defensa del artificio

El arte parte de una representación (más allá de los estilos, técnicas o escenarios espacio-temporales en los que se desarrolle) que se hace por medio de un artificio. Si bien hoy las corrientes conceptuales avalan la idea de que cualquier objeto descontextualizado pueda convertirse en arte, considero que eso da pie a que todo tipo de necedad pase por una obra. Me gustaría entender el arte, en cambio, como un mensaje que viaja a través de un medio estético que, a su vez, se convierte en mensaje.
Constituye eso en tanto el artista pretende algo con su obra. Sin embargo, debemos entender ese algo no como un propósito racional (con un determinado interés o un fin en sí mismo); en el caso de cualquier producción artística, la mera catarsis o un sin fin de pulsiones, pueden constituir su intencionalidad.
En contraparte, está el espectador, quien se enfrenta a la obra circunscrito a su propia emotividad y no puede intentar abordarla con criterios meramente racionales. El arte no debería apelar a lo racional sino a lo emocional del individuo, para que halle el placer en las formas. Pero este mensaje, este impulso, necesita de un soporte o un medio, además de un lenguaje. Allí radica el artificio.


Quizás esta idea pueda sonar como una vuelta a la teoría de la expresión o algún tipo de esencialismo, sin embargo, no es más que una acotación, una observación sobre el hecho de que no se puede negar la importancia de un lenguaje -un aspecto formal- en toda expresión artística.


Si bien Dickie (y de alguna forma ya Danto), planteó lo que hoy se conoce como Teoría institucional, una aproximación que señala que se considera arte lo que un grupo social (denominado "mundo del arte") avale y señale como tal, creo que -en sintonía con evitar proponer una naturaleza per sé en el arte- esa "institución" ha dejado en segundo plano el artificio. Y así, si un circuito (algún sector, algún grupo de referencia del campo, en términos de Bourdieu) de arte pondera como obra una instalación carente de algún manejo artificioso donde se consignan objetos de lo más variados cuya finalidad es un juego lógico, racional, conceptual, ésta será tomada como objeto artístico.


Excremento untado en la pared, sea cual sea el concepto o mecanismo racional que implique, no puede ser tomado a la ligera como arte, sólo porque el concenso lo señale como tal. Si el realizador de tal instalación simplemente juega con un concepto, o busca decir algo con el manejo de tal concepto, sin tener al menos algún mínimo manejo de un lenguaje, sea pictórico, audiovisual o gráfico, no puede considerarse artista. Hacerlo, en base al concenso de un grupo o un sector del campo, sería un tanto simplista; de ahí que surja mal que bien la necesidad de éstas líneas en defensa del artificio.